Quienes acompañaron al equipo tuvieron su recompensa. Peñarol exhibió un fútbol solvente, sacrificado en la contención y ambicioso en la búsqueda del gol. Con una variante en la integración, comparada con la de una semana atrás: ausente Marcel Román por un malestar estomacal, ingresó Antonio Pacheco en el once inicial.
El equipo que conduce técnicamente Mario Saralegui mostró desde el comienzo del partido la calidad individual de sus hombres y buenas concertaciones colectivas que le aproximaron al arco de Miramar, aunque sin lograr concretar la apertura del tanteador en el primer tiempo. También pudo apreciarse la excelente disposición para trabajar en recuperación presionando al rival. Si Miramar no ratificó virtudes fue consecuencia directa de la planificación y la disciplina táctica aurinegra, haciendo naufragar las intenciones de aquel.
Fue preciso esperar al minuto 49 para la primera gran ovación. Una buena jugada ofensiva derivó en una excelente conversión de Antonio Pacheco tras recibir un certero pase hacia atrás de Fernando Correa y disparando desde las puertas del área por encima del arquero.
El segundo gol -en el minuto 85- rivaliza con el primero en calidad y virtuosismo, en este caso de Carlos Bueno. El goleador recibió la habilitación de Fabián Estoyanoff -en su vuelta luego de la lesión- y definió con la serenidad y la justeza de un fuera de serie, poniendo la pelota abajo, contra el palo izquierdo de un cuidavalla que sólo pudo mirar cómo se cerraba el marcador.
Segunda presentación del equipo de Saralegui y otra victoria importante para sumar en la tabla y afrontar los próximos compromisos con una renovada confianza. Ocho goles a favor y cero en contra en dos partidos, son muy buenos datos de esta realidad que hoy vive Peñarol.
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